Desde Pretoria, Sudafrica
Muchos suelen cuestionar este tipo de entrenamientos a puertas abiertas y con muchos compatriotas presentes en un contexto de fiesta dominguera porque está claro que en ese contexto, y a menos de una semana del debut, Diego Maradona no va a mostrar sus mejores cartas, sin embargo, la selección argentina dio algunos indicios interesantes en cuanto a tratar de ir extrayendo elementos para su definitivo esquema táctico.
Por eso, más allá de los ejercicios físicos iniciales, del ''loco'' con tres jugadores al medio de la rueda y del picado informal en campo reducido, que duraron poco más de una hora, se pudo ver que siempre, el movimiento de Jonás Gutiérrez por la banda derecha fue como volante, aunque retrocediendo hasta la última línea en el caso de necesidad.
Esto podría ir generando alguna tendencia a pensar de manera creciente que Maradona evalúa la chance de jugar con tres defensores en el fondo (resignando al más inexperto, en partidos y en la posición) Nicolás Otamendi, adelantando a Gutiérrez al medio y dejando lugar para un delantero más, que sería Carlos Tévez, para acompañar a Gonzalo Higuaín por delante de Lionel Messi.
Pero más allá de estas especulaciones, no hay para mucho más. Como pocas veces, el entrenamiento de la selección argentina en el hermoso complejo del High Performance Center (HPC) de la Universidad de Pretoria, se pareció al de un domingo, con cerca de tres mil compatriotas, muchos de ellos residentes en Sudáfrica, presentes en la tribuna media, en la que algunos se mezclaron con los gritos de los jovencitos locales, impresionados por la cercanía de algunos de sus ídolos como Lionel Messi, Carlos Tévez, Javier Mascherano o el propio Diego Maradona, quien fue el más aclamado y tuvo que saludar tres veces a los aficionados.
No fue un día fácil para el embajador Carlos Cersale, a quien le sonaba permanentemente su teléfono celular durante el entrenamiento, porque existía el rumor, luego confirmado, de que una decena de argentinos, ligados a los ultras llegados ayer al aeropuerto de Johanesburgo, habían sido deportados, aunque al final fueron seis, al mismo tiempo que para ingresar a observar la práctica argentina, los hinchas tuvieron que anotarse previamente en un listado en la misma sede diplomática, a pocas cuadras de las instalaciones del equipo nacional, por la calle Hilda, en una zona residencial de Pretoria.
Los jugadores argentinos habían tenido una mañana agitada porque sorpresivamente recaló en la concentración una delegación de la FIFA para un control antidoping por el que pasaron ocho jugadores, entre ellos los tres arqueros (Sergio Romero, Mariano Andújar y Diego Pozo), Maxi Rodríguez, Diego Milito, Sergio Agüero, Ariel Garcé y Carlos Tévez.
Y como pocas veces, también quedó claro, al finalizar la práctica, que difícilmente volverá a ser tan fácil acceder a un equipo argentino ya de por sí renuente a conversar demasiado con colegas que tampoco tienen nada demasiado original para preguntar y en cualquier caso, esa consulta será con los pies en el aire, entre doscientos micrófonos, y con el jugador harto de repetir los mismos pocos conceptos. Luego vendrá el despliegue para abandonar el predio con los coches, las cámaras y los grabadores.
Así como esta vez se presentaron para la conferencia de prensa, en una carpa improvisada, Martín Demichelis y Diego Pozo, es evidente que otros no quieren venir, ni exponerse, como es el caso de Angel Di María, conciente de su limitación al hablar y que está en un momento extraordinario de su carrera, a punto de ser transferido por el Benfica portugués al Real Madrid.
''Y claro, tiene miedo de meter la pata declarando algo inconveniente'', nos explican en su entorno.
Desde hoy ya no habrá mucha vuelta: la FIFA exige que las puertas de los entrenamientos de los participantes deben abrirse por un lapso aunque sea mínimo., Será cuestión de que Maradona haga extender la lona verde para tapar todos los agujeros. No vaya a ser que les copien una idea, de las tantas brillantes que se loes ocurre.
lunes, 7 de junio de 2010
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